Dos de croquetas… de carrilleras al vino tinto!

Las carrilleras de cerdo son uno de esos cortes que convierten un simple guiso en un plato con alma. Su carne, tierna y melosa, pide tiempo y mimo en la cocina, pero lo devuelve con creces: jugosa, llena de sabor y capaz de absorber como pocas el aroma del vino tinto, las verduras y las especias. Con una base así, convertirlas en croquetas no es solo una buena idea, es casi una declaración de amor por la cocina casera.

Una carne que se deshace en tu boca: las carrilleras al vino tinto

Carrilleras de cerdo guisadas al vino tinto, base para unas croquetas caseras intensas y melosas.

Cuando transformamos las carrilleras en croquetas, capturamos toda la esencia de un estofado clásico y la llevamos a un formato pequeño, cremoso y absolutamente irresistible. La carne deshebrada y jugosa se mezcla con una bechamel que recoge todos esos aromas de vino, laurel y verduras, y el resultado es tan sabroso que cada croqueta se convierte en una auténtica celebración de la cocina casera.

Ingredientes para 2 raciones

Además de la bechamel, para preparar estas croquetas vamos a necesitar:

  • 250 g de carrilleras de cerdo.
  • 1 zanahoria.
  • Media cebolla.
  • 1 puerro.
  • 1 diente de ajo.
  • 150 ml de vino tinto.
  • 1 hoja de laurel.
  • Sal y pimienta negra al gusto.
  • 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra.

Preparamos la mezcla para nuestras croquetas

El secreto para unas croquetas de carrilleras irresistibles está en cocinar la carne con mimo y conseguir que todos los sabores del guiso se concentren bien.

Sellamos la carne

Salpimenta las carrilleras y dóralas en una cazuela con el aceite caliente. Este paso ayuda a sellar los jugos y concentrar el sabor.

Preparamos el sofrito

Retira las carrilleras y, en la misma cazuela, sofríe la cebolla, el puerro, la zanahoria y el ajo picados hasta que estén bien tiernos.

Guisamos con el vino tinto

Devuelve las carrilleras a la cazuela, añade el vino tinto y la hoja de laurel. Cocina todo a fuego bajo y tapado durante 1 hora y media, o hasta que la carne esté muy tierna. Si ves que se seca demasiado, puedes añadir un poco de agua o caldo durante la cocción.

Preparamos el relleno de las croquetas

Cuando las carrilleras estén tiernas, sácalas del guiso y desmenúzalas en hebras finas. Cuela el líquido y pica muy bien las verduras cocinadas. Reserva todo por separado para mezclarlo más adelante con la bechamel. Si el guiso ha quedado muy líquido, puedes reducirlo un poco antes de usarlo.

Elaboramos la bechamel

Prepara una bechamel suave, dejando que tenga algo de cuerpo para que la masa resulte cremosa pero manejable. Si quieres, puedes infusionar la leche con el líquido reducido del guiso para potenciar aún más el sabor.

Integramos la mezcla

Incorpora la carne desmenuzada y las verduras a la bechamel, mezclando bien hasta conseguir una masa homogénea. Ajusta de sal y pimienta si es necesario.

Dejamos reposar y enfriar

Pasa la masa a un recipiente, cúbrelo con papel film tocando la superficie y deja enfriar en la nevera al menos 4 horas, o mejor toda la noche.

Rebozamos y freímos

Cuando la masa esté fría, forma las croquetas, pásalas por harina, huevo y pan rallado, y fríelas en abundante aceite caliente hasta que estén doradas y crujientes.

Rebozado y fritura de croquetas

Para unas croquetas crujientes y deliciosas:

  • Rebozado:
    1. Usa las manos espolvoreadas con harina para darle forma ovalada o esférica.
    2. Enharina las croquetas con una fina capa.
    3. Pásalas por huevo batido y deja escurrir el exceso.
    4. Cúbrelas con pan rallado y déjalas reposar por lo menos media hora.
  • Fritura:
    • Usa aceite caliente (180 °C) para sellar el rebozado y evitar que absorban grasa.
    • Fríe en tandas pequeñas para mantener la temperatura constante.
    • Escurre las croquetas sobre papel absorbente para un resultado más ligero.

Ajusta las croquetas de carrilleras a tu gusto

Para darles un giro más personal a estas croquetas, puedes incorporar algunos toques que realzan aún más su sabor.

  • Un poco de reducción de Pedro Ximénez mezclada con el guiso aporta dulzor y profundidad, perfecta para quienes disfrutan de sabores intensos.
  • El tomillo fresco picado, añadido a la mezcla, introduce un matiz aromático que encaja muy bien con el vino tinto y le da un aire más rústico.
  • Para una textura más cremosa, puedes añadir un poco de foie gras a la mezcla; aporta un sabor suave y le da un punto muy goloso. Si no tienes, también sirve un paté suave, mejor si es de ave o cerdo y con un sabor lo más neutro posible.
  • La ralladura de naranja, incorporada durante el guiso, potencia el vino y aporta un toque cítrico que sorprende.
  • Si lo que se busca es un interior más jugoso, basta con reservar un poco del líquido del guiso, dejarlo enfriar y añadirlo a la masa justo antes de formar las croquetas. Aporta ese extra de melosidad que marca la diferencia.

El alma de un guiso, en versión croqueta

Estas croquetas son una auténtica celebración de la cocina lenta: cada bocado recoge la intensidad de un buen estofado, pero en un formato cremoso, delicado y con un contraste irresistible entre el interior jugoso y el rebozado dorado. Tienen tanto sabor que no necesitan acompañamiento, pero si quieres añadir un toque diferente, una salsa de queso suave o un poco de alioli casero les sientan de maravilla.

¿Te animas a probarlas? Cuéntanos en los comentarios cómo te han salido y con qué las has acompañado. ¡Nos encanta descubrir vuestras versiones!

📅 Última actualización: 25 de abril de 2025.


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