Dos de croquetas… de morcilla!

La morcilla es uno de los embutidos más tradicionales y con más personalidad de la gastronomía española. Su sabor intenso y especiado, junto con su textura suave y cremosa, la convierten en un ingrediente ideal para dar profundidad y carácter a cualquier plato. Desde las morcillas de arroz típicas de Burgos hasta las asturianas o leonesas, cada variedad aporta un toque único y distintivo.

El secreto de la morcilla está en la combinación de sus ingredientes con las especias como el pimentón. Su sabor ligeramente dulce, equilibrado con las notas especiadas y su textura untuosa, la convierten en una base con mucha fuerza para preparar recetas con personalidad.

Un embutido con mucho carácter: la morcilla

Primer plano de rodajas de morcilla sobre una tabla de madera, ingrediente principal de unas croquetas caseras.

Empecé a experimentar con estas croquetas a raíz de una consulta que hice en Quora sobre ingredientes sorprendentes en croquetas, y alguien propuso la morcilla. Una opción perfecta si lo tuyo son los sabores potentes y tradicionales.Las croquetas de morcilla sorprenden por su sabor profundo. La cremosidad de la bechamel suaviza la intensidad del embutido, mientras que el rebozado dorado aporta el contraste perfecto. En esta receta hemos usado morcilla de arroz, al estilo de Burgos, por su textura firme y su sabor equilibrado. Pero si prefieres un resultado más intenso y cremoso, prueba con el tipo de morcilla que más te guste.

Ingredientes para 2 raciones

Además de la bechamel, para preparar estas croquetas vamos a necesitar:

  • 150 g de morcilla de arroz.
  • 1 diente de ajo.
  • 1/2 cebolla.
  • 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra.
  • Sal y pimienta negra al gusto.

Preparamos la mezcla para nuestras croquetas

Para que las croquetas queden jugosas y llenas de sabor, es importante cocinar bien la morcilla y aprovechar todos sus aromas. En esta receta vamos a freírla primero para potenciar su sabor y controlar mejor la grasa.

Preparamos los ingredientes

Pela el ajo y la cebolla, y pícalos muy finos. Corta la morcilla en rodajas de unos 2 cm, retirando la piel antes. Fríe las rodajas en una sartén con un chorrito de aceite de oliva, un par de minutos por cada lado, hasta que estén doradas. Retíralas y colócalas sobre papel de cocina para eliminar el exceso de grasa. Cuando se templen, desmenúzalas con un tenedor y resérvalas.

Sofreímos la base del relleno

En una sartén limpia, calienta el resto del aceite de oliva a fuego medio. Añade la cebolla y el ajo picados, y sofríelos durante unos minutos, removiendo de vez en cuando, hasta que la cebolla esté transparente y ligeramente dorada.

Incorporamos la morcilla

Añade la morcilla desmenuzada al sofrito y remueve bien para que se integre. Cocina durante unos minutos más a fuego medio-bajo, ajustando de sal y pimienta al gusto. La mezcla debe quedar ligada y jugosa, pero sin pasarse de grasa.

Elaboramos la bechamel

Si quieres que la mezcla quede más untuosa, puedes añadir un poco de queso rallado o una cucharada de nata líquida a la bechamel. Le da un punto extra de cremosidad y refuerza el sabor.

Integramos el sofrito con la bechamel

Añade el sofrito de morcilla, ajo y cebolla a la bechamel caliente. Remueve bien hasta que la mezcla quede homogénea, sin grumos, y con todos los ingredientes bien integrados. Cocina un par de minutos más a fuego bajo, removiendo constantemente para que espese un poco más.

Dejamos reposar y enfriar

Cuando la mezcla esté lista, pásala a un recipiente y cúbrela con papel film tocando la superficie. Lo ideal es dejarla en la nevera al menos 4 horas, aunque si puedes esperar hasta el día siguiente, mucho mejor.

Rebozamos y freímos

Solo queda formar las croquetas, empanarlas y freírlas en aceite bien caliente. Hazlo en tandas pequeñas para que no se enfríe el aceite y te queden bien doradas.

Rebozado y fritura de croquetas

Para unas croquetas crujientes y deliciosas:

  • Rebozado:
    1. Usa las manos espolvoreadas con harina para darle forma ovalada o esférica.
    2. Enharina las croquetas con una fina capa.
    3. Pásalas por huevo batido y deja escurrir el exceso.
    4. Cúbrelas con pan rallado y déjalas reposar por lo menos media hora.
  • Fritura:
    • Usa aceite caliente (180 °C) para sellar el rebozado y evitar que absorban grasa.
    • Fríe en tandas pequeñas para mantener la temperatura constante.
    • Escurre las croquetas sobre papel absorbente para un resultado más ligero.

Ajusta la receta a tu gusto

Hay muchas formas de darle tu toque personal a esta receta, dependiendo de lo que tengas a mano o del sabor que busques.

  • Si usas otro tipo de morcilla, como la de León, que no lleva arroz, el sabor será más potente y la textura más cremosa. Una buena opción si buscas una croqueta con más carácter.
  • Un toque de pimentón ahumado o una pizca de cayena le dan un extra de sabor que encaja de maravilla con la intensidad de la morcilla. Solo con un poco ya se nota la diferencia.
  • Si te apetece suavizar el sabor o darle un punto más dulce y redondo, puedes incorporar una cucharada de cebolla caramelizada o unos dados de manzana salteada al sofrito. Otra opción más sutil es añadir una cucharadita de miel, pero sin pasarse: solo lo justo para equilibrar sin que se note.
  • Puedes sustituir la cebolla por puerro picado si quieres un sofrito más suave y delicado.
  • En la morcilla de Burgos, la piel puede ser artificial, así que es mejor retirarla antes de cortarla y freírla. Si no estás seguro con otras variedades, toca la piel: si se nota dura o con textura plástica, mejor no consumirla.
  • Si buscas una textura más uniforme y un sabor más concentrado, desmenuza la morcilla cruda y añádela directamente al sofrito. Así se integra mejor con la bechamel desde el principio.

Falta la mejor parte

Las croquetas de morcilla no son para todo el mundo, pero si te gustan, se convierten en una apuesta segura. Tienen carácter, son sabrosas y con ese punto especiado tan característico que no necesita muchos adornos. Su intensidad es precisamente lo que las hace tan especiales.

Para acompañarlas, lo ideal es algo con personalidad, pero que no compita con el sabor. Un alioli suave les va perfecto, pero si te apetece un toque más ahumado, una salsa de pimientos del piquillo o una de pistacho también pueden funcionar muy bien. La clave está en no sobrecargar, sino en reforzar ese fondo especiado y potente que ya traen de serie.

¿Te animas a prepararlas? Cuéntanos en los comentarios qué te han parecido, si has usado otra variedad de morcilla o con qué salsa las has acompañado.

📅 Última actualización: 09 de abril de 2025.


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio